Han pasado tres años desde que realizamos aquella
experiencia inolvidable del Camino de Santiago. Era algo nuevo en el colegio, íbamos a pasar
una semana fuera con nuestros compañeros caminando y los nervios estaban
presentes en las clases de tercero. Es una oportunidad única para poder hablar con aquellos que
nunca pensaste que lo harías, para conocer las preocupaciones y la manera de ver
la vida de tus compañeros o de los muchos peregrinos extranjeros que te puedes
encontrar. Día a día el cansancio se notaba, con suerte igual te tocaba
agua caliente en la ducha y no pasabas frío por la noche en aquellos polideportivos. En la última etapa del camino, el momento en el que entramos
en la Plaza del Obradoiro en Santiago fue increíble, hubo risas, cánticos y sobretodo
alegría por haberlo logrado, y lo más importante, haberlo hecho juntos. Sin duda es una
experiencia que jamás olvidaremos y un gran recuerdo que nos llevamos de nuestro
paso por el colegio.
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